CANDIDO LUIS TORANZO TORRES.-
Nació en Concepción en agosto de 1911. De formación artística autodidacta, frecuenta el taller del pintor Ignacio Núñez Soler y allí realiza su primera muestra colectiva (1940).
Conoce a los artistas Jaime Bestard, los hermanos Soler, Roberto Holden Jara y Wolf Bandurek, con quienes profundiza la técnica de la pintura al óleo.
Forma parte del Centro de Artistas Plásticos del Paraguay, grupo promotor de la fundación de la Escuela de Bellas Artes.
Participa de muestras colectivas en el Ateneo Paraguayo, en el 1ª Salón Municipal de Arte, Casa Argentina, Centro Cultural Paraguayo Americano y la Dirección de Turismo.
En 1955 es convocado para representar al Paraguay en la III Bienal de São Paulo.-
Durante la década del ’60 y del ’70 se aleja de la pintura y el arte, para reaparecer en 1980 con una muestra individual realizada en la Galería Sepia.
Muestras colectivas e individuales en las galerías ArteSanos, Fábrica, Casa Taller, Miró, Centro de Estudios Brasileros. Incursiona en la técnica de la acuarela.
Sus pinturas comienzan a ser conocidas por el gran público y la crítica se ocupa de ellas. En 1987 obtiene el Premio Municipal de Pintura y una mención de la Sociedad Amigos del Arte.
La pintura de Luis Toranzos se caracteriza por la técnica realista y el sentido naturalista-costumbrista de sus temas; sobre todo en temas de figuraciones, paisajes y retratos. Realiza estudios previos en dibujos y bocetos para ser trasladados al lienzo.
El artista fallece en Asunción el 28 de marzo de 1992. Se realizan exposiciones retrospectivas de su obra en las galerías El Patio, Pequeña Galería y Fábrica.
PARAGUAY REVISITADO: La tarea interesada de retratar a un Paraguay y a la Asunción de mediados del siglo XX, para fijar en ella su memoria y orígenes, pareciera animar el sentido del dibujo y la pintura del artista Luis Toranzos (1911-1992). Los temas de paisajes, retratos y arquitecturas sugieren un nivel sentimental, o un nivel romántico, como dijera Josefina Plá sobre su obra en la década del '80, cuando nuestro artista vivía su última fase creativa (1).
Enmarcada en un estilo realista, esta obra recibe abiertamente las influencias academicistas pre-modernas, en las que la pintura debía manifestar sinceridad; expresar hasta la exageración los sentimientos de sus retratados e informar fielmente detalles y circunstancias de la escena. En la imaginación del autor, estas composiciones recurren a temas autóctonos o locales, sobre todo perceptibles en los tipos humanos, en la naturaleza del paisaje y en la ciudad -obstinadamente colonial- que su retina asienta con un realismo "naturalista".
El costumbrismo, folklorismo o pintoresquismo como géneros de la pintura naturalista, encuentra en esta pintura la oportunidad plástica de exaltar el drama y la miseria de las clases populares que Luis Toranzos conoció tan bien desde su infancia: campesinos, trabajadores, madres llenas de niños... escenas del dolor paraguayo, motivos estetizados de la tragedia en formas "bellas".
Este naturalismo, cuyo fuerte sentido de la composición y vigor formal son característicos, está al servicio de una pintura interpretativa y portadora de valores humanos, sentimientos idénticos que ambulaban por la provinciana Asunción de mediados del siglo. Esta profunda identificación de la pintura realista de Toranzos -junto a la más expresionista de Jaime Bestard, o posimpresionista de Herminio Gamarra Frutos- lo convierten en un baluarte de la figuración, muy a tono con los ideales intelectuales de un romanticismo decadente empeñado en resaltar la vida épica del campesino, de inspiración arcádica y pastoril, casi mitológica.
El gusto burgués de entonces, consonante con una estética de género paisajístico o de retratos realistas a lo Holden Jara, se mantenía a medio camino entre lo bucólico, lo documental y lo antropológico. En, general, la literatura de entonces retorizaba alrededor del pensamiento greco-latino y del catolicismo, fluctuando entre el romanticismo y alguna curiosidad por el modernismo. Quizás a través del pensamiento de su padre, el escritor Fortunato Toranzos Bardel, el joven pintor quedó finalmente asociado a estas corrientes crepusculares. Un retratismo de psicología cándida, con que el artista ejecutó a sus modelos, puede advertirse en su figuras, que sin embargo no profundiza en estrategias o conceptos comprometidos con lo social o lo político, como las de su contemporáneo y amigo, el pintor Ignacio Núñez Soler. Si bien podemos reconocer sinceras intenciones en la descripción anímica de los personajes, generalmente absortos en sus tareas; los notamos entregados y solemnes ante el sacrificio de sus vidas, soportando el duro trabajo que la oligarquía del país echaba sobre sus hombros.
VISIONES CREPUSCULARES : Ocupándose en algunas obras de documentar el cotidiano de las clases rurales y urbanas, el artista intentó desarrollar en sus personajes aspectos interiores de la condición humana, en su atávico destino ligado al trabajo. Las figuras de obreros, madres y agricultores ocupan desmesuradamente lugares centrales en la composición, aún sobre la perspectiva del paisaje natural o artificial-urbano.
En una época tan desfasada como la que vivía él Paraguay en lo referente a la cultura moderna, Luis Toranzos se alineó y continuó los postulados del realismo, con pocas concesiones hacia otros estilos, excepción en el caso del geometrismo y el cubismo orgánico que desarrolló brevemente en la década del '50. Como el mismo artista confesara en una entrevista (2), el presidente del Centro de Artistas Plásticos del Paraguay, Jaime Bestard, en ocasión de la III Bienal de Arte de São Paulo de 1955 le pidió cambiar su estilo a fin de ser seleccionado en la terna paraguaya que incluía también a los "disidentes modernos" Oiga Blinder y Edith Jiménez. Toranzos ensayó entonces composiciones cubistas que multiplicaban las formas de figuraciones y abstracciones, cercanas también a un futurismo que pretendía capturar la repetición del movimiento; experiencia que abandonó al poco tiempo para retomar su inconfundible visión de la realidad.
Hacia 1958, el artista realiza una de sus mejores obras, que enseña a un obrero en primer no horadando el pavimento para instalar tuberías subterráneas, y como fondo una recova galerías de la calle Independencia Nacional. El cambio de la ciudad, su transformación acelerada, y el persistente aferramiento por un tiempo pasado y por sus símbolos mantenían sus inquietudes representativas; pero sobre todo este contexto, la humanidad indolente del anónimo obrero se erige central e inapelable.
Los '60 y los '70 serán dos décadas de automarginamiento de la pintura, y recién en 1980 se organiza su primera muestra individual de pinturas. La acuarela surge como una rápida alternativa al lento proceso de secado del óleo, plasmando en ella principalmente paisajes. Su salud física va deteriorándose, restringiendo cada vez más su producción, aunque comienza a ser celebrado y recordado por el público y el circuito del arte asunceno.
Como la ley de periodicidad de los griegos o la doctrina del karma oriental, que produce la reaparición o efecto en plazos calculables de toda idea o causa pasada; así pareciera terminar la vida intensa de don Luis Toranzos, a orillas del mismo río que lo vio nacer y morir, entre Concepción y la Asunción. Sus pinturas, que como buenas hijas se han establecido en plácidos hogares, hoy nos hablan de lugares encantados y de sus gentes, y de un pasado al que podemos volver, aunque sea, a través de esta pintura del recuerdo. - FERNANDO MOURE
(1) Josefina Plá, Catálogo de exposición: Abramo, Jiménez y Toranzos, galería ArteSanos, 1982.
(2) Entrevista a Luis y Félix Toranzos, Diario Noticias, marzo de 1985, por Adriana Almada
(Fuente: Catálogo "LUIS TORANZOS - LA PINTURA DEL RECUERDO (1911-1992)", Centro Cultural CITIBANK, gentileza del arquitecto Félix Toranzos).
TORANZOS, LUIS : Nació en Concepción en agosto de 1911. Expuso por primera vez en 1940 en el taller de Don Ignacio Núñez Soler.
Desde entonces participó en numerosas exposiciones colectivas, en el Ateneo Paraguayo, en el Centro Cultural Paraguayo Americano, el Salón Primavera de la Casa Argentina, la Dirección General de Turismo, el Primer Salón Municipal de Arte, el Centro Cultural Juan de Salazar y la Cámara Júnior.
En 1947 expone con Delgado Rodas, Alborno, Bestard y Holden Jara en forma colectiva. Participa también en la III Bienal de São Paulo con el Centro de Artistas Plásticos del Paraguay.
Desde 1980, luego de muchos años de inactividad, vuelve a dedicarse a la plástica y expone regularmente en varias galerías, como ArteSanos, Sepia y Casa Taller.
En el Centro de Estudios Brasileros obtuvo una mención honorífica en el concurso homenaje al Cincuentenario de la Guerra del Chaco auspiciado por los Amigos del Arte.
Realiza varias exposiciones en el interior: en Encarnación, San Bernardino y Ciudad del Este.
Ilustró el libro “EL TERRUÑO” de CLAUDIO ROMERO.
(Fuente: DICCIONARIO DE LAS ARTES VISUALES DEL PARAGUAY, de LISANDRO CARDOZO, editado con el apoyo de "FONDEC" (FONDO NACIONAL DE LA CULTURA Y LAS ARTES), Asunción-Paraguay 2005).-